Mi caracter impulsivo cuando era niño me hacía rebentar en colera ala menor provocación... La mayoría de las veces después de unos de estos incidentes me sentía avergonzado y me esforzaba por consolar a quién había dañado.

Un día mi maestro que me vio dando excusas de una explosión de ira me llevo al salón, me entregó una hoja de papel y me dijo: ¡Estrújalo!

Asombrado obedecí e hice una bolita...
-Ahora- volvió a decirme -déjalo como estaba...-

Por supuesto que no pude dejarlo como estaba... por mas que traté, el papel quedo lleno de pliegues y arrugas.

-El corazón de las personas- me dijo -es como ese papel, la impresión que en ellos dejas será tan dificil de borrar como esas arrugas y esos pliegues.-

Así aprendí a ser más compresivo y paciente, cuando siento ganas de estallar recuerdo ese papel arrugado...

La impresión que dejamos en los demás es imposible de borrar, mas aún cuando lastimamos con nuestras reacciones o con nuestras palabras... Luego queremos enmendar el error, pero ya es tarde.

"Habla cuando tus palabras sean tan dulces como el silencio" porque es preferible el silencio del sabio a las palabras del necio. Dice más el sabio callado, que el necio hablando, aquel guarda silencio para preguntar lo que ignora y este último multiplica las palabras para decir lo que no sabe.

0 susurros...:

Publicar un comentario